San Vicente de Paúl. La gracia de Dios.
Cambia siempre los ojos del estudio de tu propio pecado a la contemplación de la gracia de Dios. Dedica mucho más tiempo al pensamiento de la grandeza de su amor por ti que a tu indignidad delante de él, a su fortaleza que a tu debilidad. Cuando hayas hecho esto, abandónate completamente en las manos de Dios con la esperanza de que el hará de ti lo que Él quiere que tú seas y que el bendecirá todo lo que tu haces. (Citado en The Saints’ Guide to Learning to Pray by Louise Perrotta, Charis Press).
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