martes, 3 de marzo de 2015

VOY A CURARTE (Don de lágrimas - Parte I)

OÍ TU ORACIÓN Y VI TUS LÁGRIMAS,
POR ESO VOY A CURARTE

“Los que siembran entre lágrimas, recogerán con alegría”
Salmo 125,5

Me preguntaron por qué las personas buenas tienen que sufrir. En la voz de quien preguntaba había dolor y hasta revuelta. Quien tiene el alma machucada y fue herido en el corazón, quien sufrió una pérdida grande o la dureza de una traición no se contenta con respuestas rápidas. Siendo así, respiré hondo antes de decir alguna cosa pues es necesario tener respeto por el sufrimiento de las personas.

La amiga que me hizo la pregunta no sabía que es imposible a una persona buena escapar al sufrimiento. Es que las personas buenas aman… y no existe amor sin experiencia de dolor. Quien ama se expone al sufrimiento, porque abrió su corazón. Quien es incapaz de sufrir también es incapaz de amar. Y, en el mundo entero, el único lugar donde el dolor y el amor se abrazan es en el corazón de las personas buenas.

Fue así, como los ojos llenos de lágrimas, que mi amiga me mostró su dolor. Era dolor de preguntas sin respuestas: “Pero, ¿por qué? ¿Por qué tiene que ser así? Hay alguna utilidad en esas lágrimas? ¿Qué puedo hacer con mi dolor? ¿Cuándo es que esto va a acabar? Quien sufre quiere saber por qué las cosas tuvieron que ser tan dolorosas. Y en la lágrima de quien llora, el corazón pregunta por qué Dios no impidió tamaño sufrimiento. Quiere saber si el va a transformar la situación. Si él va a disminuir el dolor. Y saber eso es cosa importante para muchas personas.

Cuando me pidieron escribir este libro quedé feliz. Sonreí agradecido, sabiendo que se trata de cosas importantes. Porque todo importa cuando la gente habla de dolor y de sanación. La gente habla de dolor porque debajo de la expresión “don de lágrimas” está guardado todo el dolor humano que se manifiesta en el corazón de las personas tales como el cansancio y la opresión. Hablar de “don de lágrimas” es también hablar de sanación, porque la Sagrada Escritura afirma que lo que fue dicho a Ezequías de parte de Dios: “Oí tu oración, ví tus lágrimas. Por eso voy a curarte” Re 20,5


Dios es aquel que enjuga las lágrimas y trae el alivio. Es Él quien cura y vigoriza. Quien quiere experimentar eso precisa apenas entender que la Palabra de Dios tiene una manera propia de tratar el dolor y de curar el alma y el cuerpo. Ella hace que la gente vea el problema bajo una nueva luz, la luz de la fe.

fuente: "O dom das lágrimas"
Marcio Mendes - Editora Canção Nova
Adaptación del original en português

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