Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."
RESONAR DE LA PALABRA
Querido amigo/a:
No podemos acapararlo todo, es imposible. Elegir es difícil porque supone dejar atrás otros caminos. Si queremos vivir equilibrados tenemos que centrarnos en nuestras opciones fundamentales para evitar una vida esquizofrénica. Y la renuncia no es un castigo ni un sacrificio, aunque a veces nos pueda parecer tal, sino consecuencia del amor. Como consecuencia de una elección libre, voluntaria y decidida, dejo atrás otros caminos. A esto se refiere Jesús cuando afirma en el evangelio de hoy: si alguno se viene conmigo y no pospone a […] no puede ser discípulo mío. Fijémonos en el verbo “posponer”: del latín postponere 'poner detrás'. El diccionario lo define como: “poner a una persona o cosa después de otra en el orden de prioridad o preferencia”. Jesús no dice anular, odiar, olvidarse de, sino “poner detrás o después”; ¿de quién? De la opción por Él.
En nuestra jerarquía de amores y valores el Dios de Jesucristo debería ser nuestra primera opción. Quizá nos cueste entenderlo y nos siga pareciendo muy radical, pero quien tiene su corazón centrado en Dios, tiene un corazón plantado en el centro del Amor, y por tanto está preparado para dar amor. La opción preferencial por Dios no es un amor excluyente, sino integrador. Desde el amor de Dios podemos amar más y mejor; fuera de él, podremos amar, pero tendremos más dificultades para permanecer en las batallas del amor, porque nos faltará la Gracia, el auxilio de Dios que potencia nuestra capacidad de amar. Por eso hasta de nosotros mismos debemos posponernos: incluso (posponerse) a sí mismo, dice Jesús.
San Pablo nos recuerda hoy en la carta a los Romanos que amar es cumplir la ley entera. Por amor al Señor, posponemos, ponemos detrás de Él. Cada uno verá qué obstáculos nos impiden tener al Señor como opción preferencial y primera del corazón.
San Carlos Borromeo cuya memoria celebramos hoy, se tomó muy en serio aquella frase de Jesús: "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará". Este santo italiano murió relativamente joven porque desgastó totalmente su vida y sus energías por hacer progresar la religión y por ayudar a los más necesitados.
Y yo, ¿qué o a quién debo posponer? ¿Qué me impide seguir al Señor con mayor entrega y generosidad? Pido luz y fuerza en mi oración de hoy para posponer todos los anclajes y estorbos que no me dejan darme y amar con mayor pasión.
Tu hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.
publicado por CIUDAD REDONDA -Noviembre de 2015
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