lunes, 14 de noviembre de 2016

Personas infernales y personas celestiales

Es posible identificar las personas que son infernales o celestiales
Foto: Copyright: AntonioGuillem


Depende de nosotros construir un mundo que edifique o destruya a quienes están a nuestro alrededor. La vida de cada uno de nosotros puede asemejarse a los signos del cielo o del infierno. Y nuestra lengua es una gran contribuyente en la construcción de ese modo de vida. Lo que decimos puede destruir o elevar a una persona, una carrera, una familia, una amistad.
A partir de las conversaciones del día a día, podemos distinguir a las personas infernales y a las personas celestiales.

Las infernales, adoran ver el circo prendido fuego. Aumentan el drama de los hechos que vieron o escucharon sobre alguien, y hasta actualizan el antiguo “lleva y trae”, por ejemplo, copiando las conversaciones que tuvieron por e-mail o por teléfono con alguien, para, actuando de la mala fe, “compartir” algo que se les confío solo a ellas, de forma privada. Ellas incitan a las discusiones vacías en las redes sociales, comentan con sumo detalles hechos ruines, complicados y difíciles de la vida ajena (y generalmente, la vida ajena no está cerca ni puede defenderse).

Las personas infernales tienen una vida muy complicada, y quieren esparcir esa confusión hacia los que están cerca. Tienen una vida vacía de significado, no logran colocar emoción a su vida cotidiana y, por lo tanto, necesitan hacer de la confusión que generan en los demás el centro de su propia vida. La boca habla de lo que está lleno el corazón, las vidas infernales están con el corazón herido, frustrado, y usan las palabras para transmitir eso a los demás.


Personas celestiales
Las personas celestiales también comentan la vida ajena, pero destacando aquello que cada persona tiene de bueno. Su personalidad y presencia inhibe comentarios que destruyen al otro, pues consiguen traer un discurso de paz y fraternidad. En una discusión, el foco de las personas celestiales, no es hablar de las personas, sino compartir pensamientos e ideas inteligentes sobre cualquier tema, no sobre individuos específicos. Las personas celestiales saben cortar, con elegancia, aquella conversación que no será fructífera. Con sabiduría, logran percibir que la leña arrojada a la hoguera puede ser apagada con educación y afecto.

La vida de las personas celestiales no es fácil, ni vacía, al contrario, tienen tanto con que llenar su día a día, que les parece extraño gastar tiempo y discurso comentando otras vidas, si poder ayudar concretamente.
Se una persona celestial

¿Ves esa persona que se aleja de quien está criticando o que interrumpe una conversación maliciosa con un asunto completamente diferente, quebrando la cadena infructífera de aquella charla? ¡Eso es muy noble, es celestial! Al final, las personas son libres de hablar de lo que quieran, pero nadie está obligado a presenciar ni ser un testigo silencioso de la destrucción de la honra y reputación de alguien, por medio de las palabras.

Las personas celestiales hasta conviven con las infernales, pero no fomentan su destaque o crecimiento, y minimizan la posible influencia que esas conversaciones infernales desearían tener.

A medida que vamos dejando que esos diferentes perfiles se instalen en nuestra vida, nuestra cotidianeidad se puede resumir en cielo o infierno. Depende de nosotros construir un mundo con más o menos gente así.
Detente, piensa y cambia

¿Has sido una persona infernal? Deja de serlo.
¿Has sido celestial? Multiplica, Señor.


Mariella Silva de Oliveira Costa
Minera, esposa, católica y feliz. Periodista, profesora universitaria. Participa de la Renovación Carismática Católica, desde 1998, donde sirvió especialmente en el Ministerio Universidades Renovadas. Cofundadora del Proyecto “Muchas Marías” (www.muitasmarias.com)

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