sábado, 5 de noviembre de 2016

REVELACIÓN BÍBLICA

LA REVELACIÓN BIBLIA y "otras revelaciones"

Las antiguas culturas de Egipto, de Sumer y Assur, de la India o de Persia, los oráculos de la antigua Grecia, han dejado «textos sagrados» en que, cada uno a su modo, ofrecen diversas manifestaciones, «revelaciones», mensajes, etc., de la divinidad. Un análisis de esos textos, según lo que ellos mismos nos dicen y valorados desde la fe cristiana, nos manifiesta que la palabra “revelación”, en esos casos, ha de entenderse en un sentido lato: es decir, con ella se hace referencia al manifestarse de Dios en la creación, al reflejarse del poder divino en el mundo y en las cosas, percibido por el hombre en el uso normal de su inteligencia, acompañado a veces de experiencias subjetivas (oración intensa, etc.).

En otras palabras, hay una diferencia cualitativa entre lo que ocurre en otras religiones y lo que acontece en Israel, y luego en la Iglesia, que están edificados sobre una Revelación en sentido propio: es decir, no es un mero manifestarse de Dios a través de las cosas creadas, sino un formal hablar de Dios.

En virtud de su designio gratuito y libre Dios se escogió un pueblo para mostrarse a él en una manifestación pura y progresiva, para constituirlo como su verdadero testigo ante toda la humanidad. «Dios, que en diversas ocasiones y de muchos modos habló en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas, en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo…» (Heb 1,1).

En efecto, esta larga revelación, esta milenaria Palabra de Dios a los hombres, ha sido consignada por escrito en los libros de ambos Testamentos. «Este plan de la revelación se realiza con palabras y gestos intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina, y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación de Cristo, que es, a un tiempo, mediador y plenitud de toda la revelación» (Conc. Vaticano II, Const. Dei Verbum n° 2: Nota).

ANEXO: Es de mucho interés, para este punto, recordar lo que dice en el Resumen esquemático de Verbum Domini (1ª parte), pues se trata de un importante y reciente documento magisterial.

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