Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego
Capítulos teológicos, gnósticos y prácticos, § 92s
“Es a mí a quien lo habéis hecho”
Si alguien da una limosna a noventa y nueve pobres, y después injuria, maltrata o envía con las manos vacías al único que queda ¿sobre quién cae ese trato sino sobre aquél que dice, no cesa de decir y dirá un día: “Cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”?... En efecto, está en todos esos pobres aquél que es alimentado por nosotros en cada uno de los más pequeños. De la misma manera, si alguno da a todos lo necesario para hoy, y mañana, pudiéndolo hacer, no se acuerda de sus hermanos y les deja morir de hambre, de sed y de frío, es como si hubiera dejado morir y despreciado a aquél que dijo: “Cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”...
Si Cristo se ha dignado tomar el rostro de cada pobre, si se ha identificado con todos los pobres, es para que ninguno de los que creen en él se eleve por encima de su hermano..., sino que lo acoja como a Cristo que ha derramado toda su sangre por nuestra salvación... Es posible que todo esto parezca penoso a muchos y les parezca razonable decirse: “¿Quién puede hacer todo esto, cuidar y alimentar a todos los que tienen necesidad y no olvidar a nadie?”. Pero que escuchen a San Pablo que declara: “Nos apremia el amor el Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron” (2Co 5,14).
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