jueves, 2 de marzo de 2017

Meditación: Lucas 9, 22-25


“Si alguno quiere ser discípulo mío…” (Lucas 9, 23)

¿No es extraordinario que Jesucristo, el santísimo Hijo de Dios, nos dé a nosotros, simples mortales, la libertad de escoger? El Señor no se impone ni nos obliga; no nos ordena; solamente nos invita a seguirle.

Pero ¿qué es lo que nos da a escoger? ¿Una vida de continuo sufrimiento, de “tomar la cruz” día tras día y aceptar pasivamente todas las pruebas que se nos presenten con la esperanza de que Dios nos acepte? No, no es esto lo que nos pide. Lo que debemos hacer es tomar la decisión de seguir a Jesús cada día y aceptar todo lo que entrañe esa decisión; creer que con su amor y su guía podemos superar los obstáculos, enfrentar los desafíos o resolver cualquier adversidad que encontremos en la vida.

Ahora, al comenzar la Cuaresma, Dios nos pregunta simplemente: ¿Quién es Jesús para ti? ¿Es solo un buen hombre, quizás un profeta, cuyo ejemplo debes imitar, o mi propio Hijo que se hizo hombre para que, creyendo en él, tú puedas convertirte en mi hijo o mi hija? ¿Es para ti nada más que un juez estricto, deseoso de condenar cada pecado que cometas, o es el Cordero de Dios, que entregó su vida para librarte del pecado y transformarte según su propia imagen?

Siglos antes de Jesús, Moisés dijo a los israelitas que obedecer a Dios era cuestión de vida o muerte (Deuteronomio 30, 15) y claro que lo es. Moisés conocía bien la diferencia entre vivir diariamente en comunión con el Señor o vivir como si Dios no existiera. Hoy, Jesús quiere que nosotros veamos esta diferencia; quiere decirnos que, si optamos por él cada día, nuestra vida tendrá posibilidades ilimitadas, porque ya no seremos “simples mortales”, sino que tendremos acceso a toda la gracia y el poder de Dios Todopoderoso. Podremos amar a quienes nos resultan desagradables, perdonar a quienes no merecen perdón y superar lo insuperable. Sin duda nos costará mucho; incluso puede entrañar cierto sufrimiento y negación de uno mismo, pero podemos confiar en que, si nos mantenemos unidos a Jesús, él permanecerá unido a nosotros.
“Señor Jesús, he decidido seguirte todos los días de mi vida y, con la ayuda de tu gracia, cargar la cruz que me has dado. Señor, no sé cómo agradecerte debidamente por salvarme e invitarme a vivir en tu compañía.”
Deuteronomio 30, 15-20
Salmo 1, 1-4. 6

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

1 comentario:

  1. Lucas 9-22-25. JESUS como lo que es EL un CABALLERO nos invita
    No impone
    No obliga
    Simplemente nos invita a seguirle
    Porque todo el que pierda su vida por MI CAUSA
    ESTE LA SALVARÁ
    Que SEÑOR tan grande al que servimos JESUS NUESTRO SEÑOR

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