I Domingo de Cuaresma
Jesús hizo ayuno durante 40 días y, al final, sintió hambre, pero el diablo lo tentó para hacerle dudar del amor y la protección de su Padre. Esta es la misma tentación que les puso a nuestros primeros padres (Génesis 3, 1-6), engañándolos hasta hacerles dudar del amor del Creador y de que Dios les daba a sus criaturas lo que ellas necesitaban.
Desde entonces el diablo ha estado usando este tipo de interpretación torcida y engañosa de las palabras de Dios para hacernos dudar del amor nuestro Padre, especialmente cuando nos sentimos débiles, cuando tenemos problemas familiares o financieros, sufrimos alguna enfermedad o tenemos heridas emocionales.
Lo que podemos hacer es reconocer las artimañas de Satanás y combatirlas con la verdad. Adán y Eva no se convencieron del amor de Dios y por eso sucumbieron ante las tentaciones del demonio. Es cierto que esta falta que ellos cometieron nos parece un error enorme y posiblemente imperdonable, porque en realidad tuvo consecuencias desastrosas para toda la humanidad, pero Dios jamás dejó de amarlos. Hoy, el Señor ama a todos sus hijos con la misma intensidad y decisión. De hecho, nadie ha existido jamás en la historia humana que no haya recibido de Dios el don de la misericordia y la reconciliación.
Satanás suele aprovecharse de la vergüenza que nos causan nuestros pecados para embotar nuestra conciencia, pero no debemos nunca dejar de reconocer que Dios nos ofrece su perdón y su amor. Hoy, querido lector, recuerda que el Señor te ama y repítelo tú mismo en voz alta: “¡Dios me ama!” En la oración, ruégale a Jesús que te permita percibir su amor; pídele fortaleza para mantenerte puro, para que el maligno no te engañe ni te atemorice. Pídele al Señor que venga a tu corazón y haga que este tiempo de Cuaresma sea una época bendita de renovación y gracia para tu vida y la de los tuyos.
“Padre eterno, te doy gracias por tu amor inquebrantable, porque sé que me has amado desde el primer momento de la creación. Gracias por tu gran generosidad y tu misericordia. ¡Solo a ti te adoraré todos los días de mi vida.”Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
Salmo 51(50), 3-6. 12-13. 17
Romanos 5, 12-19
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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