Lucas 10, 2
Cuando Jesús habló de la “cosecha” naturalmente se refería a todas aquellas innumerables personas que estaban esperando escuchar la buena noticia de la salvación; el vasto número de almas que estaban dispuestas a creer en él, deseosas de entrar en el Reino de Dios, fuera que lo supieran o no. Hoy, en nuestra oración, oremos sobre esta cosecha de la que hablaba el Señor.
La mies es abundante. “Padre santo, tú eres el dueño de la mies, el que siembra la semilla y el que da el crecimiento y todo está bajo tu tierna mirada. Tú, Señor, plantas las semillas de la fe en el corazón de cada persona, las alimentas y las haces germinar y crecer, ya sea a través de la palabra hablada, una mano amiga o una sensación de paz en el corazón. También puede suceder de muchas otras maneras, pero cualquiera que esta sea, tú lo haces para atraer a las personas a tu lado.”
La cosecha es mucha. “Padre amado, tú riegas la semilla, y nos das la nutrición que todos necesitamos para que las semillas de la fe vivan, crezcan y produzcan sus frutos. Tú, Señor, nos concedes la hermosura de la creación, buenos hermanos, matrimonios piadosos, hijos que a veces son exigentes. Todos estos son dones que nos hacen enterrar profundamente las raíces en el suelo de la vida. Tú conoces cada situación concreta y sabes cómo hacer que las semillas crezcan plenamente. A veces nosotros no vemos el crecimiento en las personas y situaciones que nos interesan; pero, aun así, confiamos en ti.”
La mies es abundante. “Padre eterno, tú nos envías como obreros a tu mies y nos pides recoger los frutos de lo que tú has sembrado en la vida de las personas. También nos prometes tu gracia para ayudarnos a hacer el trabajo y nos colocas en situaciones en las cuales podemos ser manifestaciones de tu amor; nos envías a quienes necesitan compañía por el camino para encontrarte a ti. ¡Gracias por esta bendición!”
La cosecha es mucha. “Padre y Dios mío, en mi propia familia y entre mis amigos hay personas que ya no creen en ti o se han alejado de la Iglesia. Ellos también son parte de tu cosecha. Señor, confío en que me muestres cómo ayudarles a regresar a tu lado. La mies es abundante. “Sé que requiere trabajo y esfuerzo, pero contigo puedo hacer todo lo que tú me pidas, Señor.”
“Amado Padre celestial, quiero ser un obrero fiel en su cosecha. Estoy a tu disposición para traer gente a tu Reino.”Job 19, 21-27
Salmo 27(26), 7-9. 13-14
fuente: Devocionario Catolico La Palabra con nosotros
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