San Francisco de Asís enfrentó la tentación, de manera agresiva, en dos ocasiones. Una de las veces, cuando sintió el fuego de la tentación, pasó días luchando contra la concupiscencia dentro de sí. Cuando él no aguantaba más, se arrojó sobre rosales llenos de espinas. Él le dio la victoria a Jesús, y Jesús le dio la victoria a él.Hoy, en Asís, todavía vemos esos rosales que no tienen más espinas. Esas espinas se han ido debido a Que la intercesión de Cristo se unió a la firme resolución de este gran hombre de Dios al decir: " ¡No! ¡Yo no peco! ".En otra oportunidad, Francisco fue nuevamente tentado, violentamente, en su concupiscencia. Todo empezó con un buen sentimiento: el deseo de ser padre. Mientras miraba un muñeco de nieve que había hecho, la concupiscencia interior lo provoca: " Usted podría ser el padre de una criatura mucho más hermosa que esta".Cuando percibió la violencia de la tentación actuando sobre su sexualidad, empujándolo al pecado, no tuvo ninguna duda: se quitó la ropa y dio vueltas en la nieve para extinguir el fuego causado por ella. Eso es lo que es un hombre. ¡Eso es lo que es ser santo!La concupiscencia puede fogonear tu cuerpo, tus sentimientos, tus emociones, tu imaginación ... Pero no necesitas y ni debes ceder ! No puedes dejarla enraizar en el corazón.Pide al Señor que fortalezca su voluntad. Abra tu corazón para que el Divino Espíritu Santo te revele las concupiscencias que pesan sobre ti. Y reza, lucha, adora, comulga y confiesa.Pidamos hoy la intercesión de San Francisco de Asís para que seamos santos como él lo fue.Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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