“Ha asumido nuestra condición humana en todo...”
Casi inmediatamente después del nacimiento de Jesús, la violencia gratuita se abate sobre su vida y sobre tantas otras familias, provocando la muerte de los Santos Inocentes. Recordando esta terrible desgracia, vivida por el Hijo de Dios y por los niños de su edad, la Iglesia se siente invitada a orar por todas las familias amenazadas desde el interior o desde el exterior.... La Sagrada Familia de Nazaret es para nosotros un desafío permanente que nos obliga a profundizar en el misterio de la “iglesia doméstica” y de cada familia humana. Es para nosotros un estímulo a orar por las familias y con las familias, a compartir con ellas las alegrías y esperanzas, pero también las preocupaciones e inquietudes.
En efecto, la vida familiar está llamada a ser una ofrenda diaria, un sacrificio agradable a Dios. El evangelio de la presentación de Jesús en el templo nos lo sugiere también. Jesús, “la luz del mundo”, pero también “signo de contradicción” (Lc 2,32.34) quiere acoger esta ofrenda de cada familia como acoge el pan y el vino en la eucaristía. Quiere unir al pan y al vino, destinados a la consagración, estas esperanzas y estas alegrías humanas y también los inevitables sufrimientos y angustias de la vida de toda familia, asumiéndolo todo en el misterio de su cuerpo y de su sangre. Este cuerpo y esta sangre los reparte en la comunión como fuente de energía espiritual, no sólo para cada persona en particular sino también para cada familia.
Que la Sagrada Familia de Nazaret nos ayude a abrir nuestra comprensión cada vez más honda de la vocación de toda familia, que encuentre en Cristo la fuente de su dignidad y de su santidad.
San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Audiencia general 29-12-1993
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