«Les ha dado el poder llegar a ser hijos de Dios»
¡Dios en la tierra! ¡Dios entre los hombres! Esta vez no promulga su Ley envuelto en rayos, al son de la trompeta, en un monte humeante, en la oscuridad de un viento terrorífico (Ex 19,16s), sino que, en un cuerpo humano conversa, de manera suave y pacífica, con sus hermanos de raza. ¡Dios en carne!... ¿Cómo puede la divinidad habitar en una carne? De la misma que el fuego habita al hierro, no sacándolo del lugar en el que arde, sino comunicándosele. En efecto, el fuego no se echa encima del hierro, sino que ocupando el lugar de éste le comunica su poder. Haciendo esto no disminuye en absoluto sino que llena enteramente al hierro al cual se comunica. Igualmente, Dios, el Verbo, que «habitó entre nosotros», no salió de sí mismo. «El Verbo que se hizo carne» no fue sometido a ningún cambio; el cielo no quedó despojado de aquel que contenía y, sin embargo, la tierra acogió en su seno al que está en los cielos.
Penétrate bien de este misterio: Dios habita en la carne a fin de matar la muerte que se esconde en ella... «Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11), cuando «se levantó el sol de justicia» (Ml 3,20), «la muerte ha sido devorada en la victoria» (1C 15,54) porque no podía coexistir con la vida verdadera. ¡Oh profundidad de la bondad y del amor de Dios para con los hombres! Démosle gloria con los pastores, dancemos con los coros de los ángeles, porque «hoy nos ha nacido un Salvador que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,11-12).
«El Señor Dios nos ilumina» (Sl 117,27), no bajo la forma de Dios, para no asustar nuestra debilidad, sino bajo la forma de siervo, a fin de proporcionar la libertad a los que estaban condenados a la servidumbre. ¿Quién tendría el corazón tan adormecido y tan indiferente para no alegrarse, exultar de gozo, irradiar júbilo ante este acontecimiento? Es una fiesta común a toda la creación. Todos deben contribuir a ella, que nadie se muestre ingrato. También nosotros elevemos nuestras voces para cantar nuestro gozo!
San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre la santa generación de Cristo, 2.6; PG 31, 1459s
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