¡Buen día, Espíritu Santo!
Cuando la noche deja espacio al día,
cuando las penumbras ceden su
soberanía,
clamo a Ti esperanzado:
¡Ven, llena mi ser con Tu Divina
Presencia!
¡Inunda y penetra mis rincones,
mis escondrijos, las madrigueras de mis
miserias.
Atraviesa y llega a mi otra orilla,
La que oculto,
La que disfrazo,
La que muestra también mi realidad más
honda,
La que ha muerto y huele mal.
¡Y Alza la Voz de poder! ¡Alza Tu Voz!
¡Talitha Qumi!
Resucita lo inanimado, lo acabado,
Lo muerto, lo fallecido…
Resucita mi capacidad de amar,
De perdonar, de sanar…
Y déjame sumergirme en el Mar de Tu
Misericordia,
Déjame ser para Vos,
Sé Tú todo para mi.
¡Amén!
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