¡Buen día, Espíritu Santo!
Una sola y única verdad sustenta mi despertar:
¡Sólo a Tí te tengo! ¡Tú eres mi heredad!
Y en ello está mi gozo, mi alegría y mi descanso.
En saber que eres mi seguridad.
Mi Defensa.
Que Contigo las tormentas se aquietan,
las tempestades cesan.
Que aún cayendo en las aguas turbulentas,
Tú mano estará para rescatarme.
Bendice éste día y lo que él trae consigo.
Bendice mis palabras, gestos y acciones.
Bendice mis pasos, mis silencios y mis miradas.
Y dame el buscar sin cesar Tu abrigo y Tu voluntad.
¡Amén!
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