* «Que el Señor nos de la gracia, sólo ésta: rezar por aquellos que no nos quieren; rezar por aquellos que nos hacen el mal, que nos persiguen. Y cada uno de nosotros sabe el nombre y el apellido: rezo por esto, por esto, esto, por esto... Yo les aseguro que esta oración hará dos cosas: a él lo hará mejorar, porque la oración es potente, y a nosotros nos hará más hijos del Padre»
14 de junio de 2016
Laudate Dominum / Radio Vaticano / Camino Católico
Saber rezar “por aquellos que no nos quieren” hará que mejoren los enemigos y nos hará a nosotros “más hijos del Padre”. Con esta reflexión el Papa concluyó su homilía de la Misa de la mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Francisco analizó el pasaje del Evangelio en el que Jesús exhorta a los discípulos a tender a la perfección de Dios, “que hace surgir su sol sobre malos y sobre buenos”.
“Ustedes han oído que se dijo, pero yo les digo”.La Palabra de Dios y dos modos inconciliables de entenderla: un árido elenco de deberes y prohibiciones o la invitación a amar al Padre y a los hermanos con todo el corazón, llegando al culmen de rezar por el propio adversario.
Es la dialéctica de la confrontación entre los doctores de la ley y Jesús, entre la Ley propuesta de modo esquemático al pueblo judío por sus jefes y la “sabiduría” de aquella misma Ley que Cristo afirma que ha venido a traer. El Santo Padre reafirmó una convicción ya expresada en otras ocasiones: cuando Jesús inicia su predicación, contrastado por sus adversarios,“la explicación de la Ley en aquel estaba en crisis”:
“Era una explicación demasiado teórica, casuística; digamos que era una ley en la que no existía el corazón propio de la Ley, que es el amor de Dios, que nos ha dado a nosotros. Por esto el Señor repite lo que estaba escrito en el Antiguo Testamento: el Mandamiento más grande, ¿cuál es? Amar a Dios, con todo el corazón, con todas tus fuerzas, con toda el alma, y al prójimo como a ti mismo. Y en la explicación de los Doctores de la Ley esto no estaba tanto en el centro. En el centro estaban los casos: ¿pero se puede hacer esto? ¿Hasta qué punto se puede hacer esto? ¿Y si no se puede?... La casuística propia de la Ley. Y Jesús toma esto y retoma el verdadero sentido de la Ley para llevarlo a su plenitud”.
El Pontífice puso de manifiesto que Jesús ofreció tantos ejemplos para mostrar los Mandamientos bajo una nueva luz.“No matar” – afirmó Francisco– también puede querer decir no insultar a un hermano y adelante, hasta poner de manifiesto cómo el amor es siempre “más generoso que la letra de la Ley”:
“Es un trabajo que no es sólo un trabajo para el cumplimiento de la Ley, sino que es un trabajo de curación del corazón. En esta explicación que Jesús hace sobre los Mandamientos – sobre todo en el Evangelio de Mateo – hay un camino de curación: un corazón herido por el pecado original – todos nosotros tenemos el corazón herido por el pecado, todos – debe ir por este camino de curación, y curar para asemejarse al Padre, que es perfecto: ‘Sean perfectos como es perfecto Su Padre Celestial’. Un camino de curación para ser hijos como el Padre”.
Y la perfección que Jesús indica es la contenida en el pasaje del día correspondiente al Evangelio de Mateo. Han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: amen a sus enemigos y recen por aquellos que los persiguen”. “Es el último escalón” de este camino – afirmó el Papa – el más difícil. Francisco recordó que de chico, pensando en uno de los grandes dictadores de la época, se solía rezar que Dios le reservara pronto el infierno. En cambio – concluyó – “Dios pide un examen de conciencia”:
“Que el Señor nos de la gracia, sólo ésta: rezar por los enemigos; rezar por aquellos que no nos quieren, que no nos quieren; rezar por aquellos que nos hacen el mal, que nos persiguen. Y cada uno de nosotros sabe el nombre y el apellido: rezo por esto, por esto, esto, por esto... Yo les aseguro que esta oración hará dos cosas: a él lo hará mejorar, porque la oración es potente, y a nosotros nos hará más hijos del Padre”.
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