Un día Jesús fue interrumpido por uno de los doctores de la ley queriendo saber como podía alcanzar al reino de los cielos. Después de recitar la Ley, Jesús lo orienta pero queriendo confundir a Jesús, le pregunta quien seria el prójimo, a quien él debería tratar como a él mismo. Jesús sabiamente le cuenta la parábola del Buen Samaritano.
Un detalle interesante al respecto de esta parábola es que existía un problema entre samaritanos y judíos, ellos eran enemigos, pueblos que no se llevaban bien. Aquel samaritano rompió los prejuicios, la barrera del odio y se propuso ayudar a un ser humano, dejando de lado por el rencor, él tuvo el sentimiento de Dios por aquel hombre caído. ‘
¿Has tragedias en la televisión, personas, niños sufriendo, después de perder seres queridos y has sentido el impulso de ayudarlos? esto es compasión! Pero esto no era natural entre los samaritanos y judíos.
Cuántas veces en la vida somos como este hombre que estaba abandonado en el camino, victimas de un robo que trasciende lo material, alcanzados por tragedias, enfermedades, decepciones y angustias. Pero lo interesante es que podemos ver en la figura del samaritano, a Cristo, que nos socorrió, nos trató y nos sacó de donde estábamos y nos llevó al hospital, la Iglesia.
Asi como ese hombre tuvo sus heridas lavadas, necesitamos ser lavados pero no con aceite y vino, sino con la Preciosa Sangre de Jesús. Dejemos que El nos sane, que Su sangre penetre nuestra historia, curando nuestros corazones. Y más aún, que nosotros también carguemos aceite y vino, para ayudar a los que están caídos, y los llevemos a donde pueden ser curados.
Padre Arlon
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Prédica durante el Retiro de Carnaval 2017
adaptación publicación en portal Canción Nueva en español.
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