Con Jesús por la mañana.
“Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dijo: Miren, éstos son mi madre y mis hermanos” (Mc 3, 31-35). Jesús es el centro de nuestras comunidades, de nuestras familias, de nuestros trabajos, de toda nuestra vida. Él está en medio y nosotros a su alrededor. Es la roca firme sobre la que construimos, el Amor que llena nuestros espacios. Nosotros somos su familia porque nos eligió y nos ama con locura. Dedica un tiempo gratuito a compartir con tu familia y amigos. Ofrece tu día por la intención del mes.
Con Jesús por la tarde.
Celebrar. El amor sabe celebrar y festejar cada pequeña victoria, cada paso adelante en la entrega, en el darse a quienes ama. No rezonga ante el mal, y no se acobarda si crece la cizaña en el campo sembrado. Sabe esperar paciente que crezca el trigo. El amor cuida los retoños, acompaña el crecimiento y celebra los frutos. ¿Vives un amor que celebra los logros? ¿Te quejas ante las adversidades? Pide al Señor: “Ayúdame a crecer en paciencia”.
Con Jesús por la noche.
Ofrecer la vida. Tómate unos minutos para recoger lo vivido hoy. Cierra los ojos un momento y respira hondo. ¿Qué momentos te han llenado el corazón de alegría y plenitud? ¿A quién has ayudado hoy? Quédate unos minutos a solas con Jesús. Cuéntale al Señor de tus preocupaciones y disponte a entregárselos a él.
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