lunes, 22 de enero de 2018

CUIDEN LA ESPERANZA

SALUDO FINAL





Doy las gracias al Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, por sus palabras, y a los obispos de Puerto Maldonado y de Trujillo, cuyas jurisdicciones eclesiásticas pude visitar durante estos días. También doy gracias al presidente de la Conferencia Episcopal, a mis hermanos obispos por su presencia y a todos ustedes que han hecho posible que esta visita dejara una huella en mi corazón.

Agradezco a todos los que han hecho posible este viaje, que fueron muchos y muchos anónimos. En primer lugar, al señor Presidente Pedro Pablo Kuczynski, a las autoridades civiles, a los miles de voluntarios que con su trabajo silencioso y abnegado como «hormiguitas» contribuyeron para que todo pudiera concretarse. Gracias voluntarios, anónimos. Agradezco a la comisión organizadora y a todos los que con su dedicación y esfuerzo hicieron posible este encuentro. De modo especial quiero agradecer al grupo de arquitectos que han diseñado los tres altares en las tres ciudades. Que Dios les conserve buen gusto. Me ha hecho bien encontrarme con ustedes.

Comenzaba mi peregrinación entre ustedes diciendo que Perú es tierra de esperanza. Tierra de esperanza por la biodiversidad que la compone, con la belleza de una geografía capaz de ayudarnos a descubrir la presencia de Dios.

Tierra de esperanza por la riqueza de sus tradiciones y costumbres que han marcado el alma de este pueblo.

Tierra de esperanza por los jóvenes, los cuales no son el futuro, sino el presente de Perú. A ellos les pido que descubran en la sabiduría de sus abuelos, de sus ancianos, el ADN que guió a sus grandes santos. Chicas y chicos, por favor, no se desarraiguen. Abuelos y ancianos, no dejen de transmitir a las jóvenes generaciones las raíces de su pueblo y la sabiduría del camino para llegar al cielo. A todos los invito a no tener miedo a ser los santos del siglo XXI.

Hermanos peruanos, tienen tantos motivos para esperar, lo lo vi, lo “toqué” en estos días. Por favor, cuiden la esperanza, que no se la roben. No hay mejor manera de cuidar la esperanza que permanecer unidos, para que todos estos motivos que la sostienen, crezcan cada día más.

La esperanza no defrauda (cf. Rm 5,5).
Los llevo en el corazón.
Que Dios los bendiga. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario