Con Jesús por la mañana.
“Al desembarcar le salió al encuentro desde un cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo. Habitaba en los sepulcros. Nadie podía sujetarlo, ni con cadenas; en muchas ocasiones lo habían sujetado con cadenas y grillos y él los había roto. Y nadie podía con él. Se pasaba las noches y los días en los sepulcros o por los montes, dando gritos y golpeándose con piedras” (Mc 5, 1-20). Lo contrario al amor es el miedo que paraliza y daña nuestra vida interior. Medita el Evangelio y descubre que te dice a ti. Ofrece el día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
Creer en el amor. “La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia, en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles” (Papa Francisco). Contempla los signos de Dios en tu vida. ¿Dónde lo descubres? ¿Agradeces el amor de Dios? Admira y contempla cómo Dios se hace presente en tu vida.
Con Jesús por la noche.
Dejarse mirar. Busca un lugar tranquilo y respira profundamente. Aquieta el corazón. ¿Qué acontecimientos te han hecho feliz? ¿Por quienes te has sentido amado, estimado, valorado? Quédate unos minutos disfrutando de ello. Agradece el día que has vivido. Disponte a iniciar tu día de mañana llevando amor en tu corazón para entregar a los demás.
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