SANACIÓN Y LIBERACIÓN COMPLETA.
En los muchos años que vengo predicando retiros, conduciendo momentos de adoración e intercediendo por hombres, mujeres y niños, he desafiado a las personas a que pidan al Espíritu Santo les conceda la gracia de la sanación interior y tengan el coraje de dar los pasos capaces de llevarles a una liberación profunda. He visto y oído innumerables relatos de situaciones humanamente imposibles, causas consideradas perdidas y de vidas destrozadas por el mal y por el dolor que fueron milagrosamente transformadas cuando las personas descubrieron el poder liberador del Espíritu Santo y comenzaron a suplicar por sanación y liberación.
Dios quiso que, por medio de la oración, hiciéramos el camino indispensable y certero para conseguir todo lo que necesitamos para sanar nuestra vida herida y liberarnos de toda tristeza y opresión maligna. Tu y cada persona que lee estás líneas va a comprender que la transformación tan deseada sucederá en la medida que se unan a Dios por la oración y den los pasos correctos para liberarse.
Insisto en este punto pues, al mismo tiempo que veo cuán heridas y oprimidas por el mal están estas personas, noto también que aún se reza poco por liberación y por sanación de los recuerdos y heridas del pasado. La sagrada Escritura, los primeros cristianos y todos los maestros de espiritualidad afirman que le combate espiritual es constante y concuerdan que por la oración podemos encontrar siempre la fuerza, el perdón y la sanación.
Por falta de conocimiento e incentivo, muchos comenzaron el camino de sanación y liberación pero desgraciadamente no perseveran hasta el fin. Se paran justamente cuando los mejores resultados están prontos a aparecer. El motivo es que sin rezar no es posible vencer. De poco sirven los pasos que vamos a indicar aquí si falta la oración. Como dice la Palabra de Dios: “No consiguen nada porque no piden” (cfr. Stgo. 4,2)
¡Confía y recurre a Dios! El vendrá en tu auxilio. Podremos desarmar todas las artimañas del enemigo, enfrentar las más duras tribulaciones y superar cualquier mal si pedimos el auxilio divino. Verás que el tiempo que dedicamos a la oración no quedará sin resultados. Los pasos para la sanación y liberación completa son importantísimos, pero sin rezar ellos serán como un remedio sin efecto. ¿Por qué? Porque sin la oración no importa cuanto Dios nos muestre el camino de salida, no tendremos fuerzas para transitar por él. Aún cuando nuestras intenciones sean las mejores, no conseguiremos honrarlas si no rezamos.
Si quieres, de verdad, hacer la voluntad de Dios, lucha por el bien, enfrenta las tentaciones y fortalécete en el Espíritu Santo, es necesario más que buenos propósitos, la ayuda de Dios. Ese auxilio, Dios concede a quien lo pide: “Pidan y les será dado” (Mt. 7,7) Es el único modo de llegar hasta el fin.
¡Quien tiene a Dios no se desamina! Cuanto más una persona se dedica a la obra del Señor, más ella se afirma en la oración, pues sabe cuán débil es sin la gracia de Dios. Estoy convencido de que un día, cuando el Señor nos llame a su presencia, quedaremos agradecidos por los minutos que dedicamos a la oración aquí en la Tierra y por todos los pasos que dimos para agradar a Dios, pues comprenderemos de cuántos males fuimos preservados, de cuantas trampas y emboscadas liberados, como fuimos fortalecidos, restaurados y amparados por la bondad de Dios Padre.
En este libro, Jesús mismo te hace la invitación que es una Palabra llena de misericordia y confianza: “Ven a mí, vos que estás afligido, cansado, agotado, oprimido debajo de una vida pesada, y yo te daré descanso. Yo te daré alivio” Las enseñanzas breves, juntamente con las oraciones, ayudarán mucho a quien necesita de sanación física, sanación interior y liberación, pero serán también un gran auxilio para aquellos que ya maduros en la fe, se sienten llamados a orar por las personas que sufren y necesitan de liberación, comenzando por las de su propia familia.
Quiera Jesucristo, Nuestro Dios y Salvador, bendecirte ahora para encontrar la sanación y liberación completa.
ORACIÓN PARA RECIBIR LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO
¡Señor, deseo bucear en esta gracia de sanación y liberación! Espíritu Santo, ven en auxilio de mi fragilidad y levántame. Dame la gracia de vencer toda dureza de mi corazón, superar cualquier desánimo y hacer Contigo ese camino de renovación.
¡Ven, Espíritu Santo! ¡colócame de pie, hoy, delante de Jesús!
Ven a librarme del pecado, vaciar mis aflicciones y curar mis heridas. Aún sin yo merecerlo, envuélveme con tu amor.
Reconozco que soy pecador, frágil y limitado, pero sé también que son justamente los dolientes y pecadores aquellos que el Señor quiere salvar. Sé que Tu presencia en mi es infinitamente mayor que todos mis pecados. Yo sé que la gracia de Dios que está en mi corazón es infinitamente mayor que todos mis apegos y mis inseguridades. Es infinitamente mas poderosa que todos mis vicios. Es incomparablemente mayor que todas las heridas y recuerdos tristes de mi pasado.
Señor, yo tomo posesión de tu gracia, la que me tienes reservada. Es por la fuerza de Tu Espíritu Santo que me levanto ahora. Con Dios lo voy a conseguir. Yo confío en Ti y me lanzo enteramente con la seguridad de que tu gracia en mi es infinitamente mayor que todo el mal que hice. Tu amor restaurador es infinitamente superior a todo el mal que me hicieron y tengo la seguridad de que ese amor curará mi corazón. Yo me levanto ahora en Tu presencia, Señor, para recibir la fuerza de Tu Espíritu Santo liberando, curando, sanando y restaurando mi corazón. ¡Amén!
Marcio Mendes,
“Pasos para la sanación y liberación completa” – Editorial Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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