Con Jesús por la mañana.
“Cuando se quedó a solas, los que le seguían junto con los Doce le preguntaron acerca de las parábolas” (Mc 4, 1-20). “Esta sintonía profunda con el Señor madura en la intimidad con el Señor y nos lleva a preguntarnos constantemente: ¿Qué es lo que el Señor desea? ¿Cuál es su voluntad? ¿Qué es lo que a él le gusta?” (Papa Francisco). Entra en la escena evangélica como si estuvieras con los Doce, y habla con Jesús de lo que llevas en el alma, pregúntale y escucha lo que quiera decirte. Ofrece el día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
Aprender a estar. El amor nos pide tiempo. Amar requiere que aprendamos a estar con quienes amamos compartiendo tiempo, cosas en común que ayuden a profundizar el conocimiento mutuo. No se ama lo que no se conoce, y conocer a otro exige tiempo dedicado a compartirse mutuamente en intimidad. ¿Dedicas tiempo a estar con Jesús en oración? ¿Dedicas tiempo a estar con los más cercanos para conocer cómo va su vida, sus esperanzas, sus dolores, su vida cotidiana? Repite al ritmo de tu respiración: “Señor que aprenda a estar, sólo estar”.
Con Jesús por la noche.
Dar gracias. Cierra los ojos y respira hondo. ¿Cómo te sientes en este momento? Pide a Jesús que te muestre los pequeños detalles de amor gratuito. ¿Qué momentos han sido significativos para ti? Detente un momento a dar gracias y saborear esos detalles. Mañana comenzaras el día recordando el amor que has recibido para dárselo a los demás.
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