Nada hay en nosotros, en los miembros de la comunidad, en el corazón mismo de la comunidad que no provenga de ese soplo, aliento de Vida que es el Espíritu Santo.
El ha sido y es quien mantiene toda gracia, todo deseo, todo anhelo.
No nos tiembla la voz para decir como Pablo que en Él nos movemos y existimos.
¿El secreto? Cimentar con Él una relación de cercanía tan grande que es para cada uno de nosotros “el buen amigo”, el “mejor y más grande amigo”, por eso cada mañana le saludamos con esa confianza que sólo lo otorga la amistad… “¡Buen día, Espíritu Santo!
Es el primer pensamiento en nuestro despertar.
Y es la primer palabra que solemos pronunciar.
Fue a través de mons. Jonas Abib que aprendimos a ir más lejos y al saludo le sumamos lo que terminó por completar la frase… “¿qué podemos hacer juntos hoy?”
Sí, la oración primera en Piedras es: “Buen día, Espíritu Santo! ¿qué podemos hacer juntos hoy?
¡Cuánto cambió desde el día que comenzamos a hacerla!
Hemos comprendido que es la oración de hombres y mujeres valientes, porque decirle al Espíritu, preguntarle al Espíritu qué podemos hacer con Él solo sale de corazones muy valientes y osados… no lo duden! ¡Suceden cosas maravillosas!
Él toma muy seriamente esa pregunta.
Ahora, si te sientes dueño de tus tiempos. ¡No la hagas!
Si quieres conservar el mando en tu vida… ¡No la hagas!
Si quieres mantenerte siempre firme en tus posturas y pensamientos… ¡No la hagas!
Si quieres ser quien gobierne sobre tu familia, tus relaciones, tu trabajo y tus descansos… ¡No la hagas!
Si prefieres ser quien elija cada día qué camino tomar… ¡No la hagas!
Si por el contrario sientes que un giro radical tiene que acontecer en vos, entonces te sugiero:
Cuando tus ojos se abran en la mañana,
Cuando tus pies se posen por primera vez en el suelo cada día,
Entonces sí… une tu voz a tu corazón, a tu sentir y a tu voluntad y dile con suave amor:
¡Buen día, Espíritu Santo!
¿qué podemos hacer juntos hoy?
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