martes, 29 de enero de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 3,31-35.


Evangelio según San Marcos 3,31-35.

Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar.
La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera".
El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?".
Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

La familia es muy importante. En una familia venimos a la vida, en una familia somos cuidados. Muchas personas viven su vida formando una familia.

La familia es la célula básica de la sociedad. Porque educa a las personas, transmite valores, realiza muchos apoyos entre sus miembros. Por eso ha sido algo importante en todas las culturas.

En el tiempo de Jesús, la familia era muy importante. Y se le debía respeto. Por eso, cuando Jesús comienza a actuar de una manera nueva y desconcertante, su familia se preocupa por él y van a buscarle.

Pero Jesús, seguro que agradeciendo todo lo recibido en su pueblo, Nazaret, está ya en otro horizonte. La pequeña familia tiene su valor, pero Él ha sido enviado a comenzar la gran familia de los hijos de Dios. Y así, cuando le dicen que su familia está fuera y el busca, Él responde con esa frase tan rompedora: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? (…) Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Estamos, pues, ante una nueva realidad. El peso ya no está en la familia de sangre, sino en esa nueva forma de hermandad que forja el Espíritu de Dios.

La Iglesia quiere ser esa gran familia de los hijos de Dios que Cristo vino a comenzar. Abierta a todas las culturas, edades, condiciones sociales, con sus luces y sombras, como toda obra humana, quiere ser fermento de unidad en una sociedad dividida por los odios y las discordias.

Tú formas parte de esa Iglesia. También con tus luces y tus sombras. Antes que nada, somos discípulos: llamados a “escuchar la Palabra de Dios y cumplirla”. Y desde ahí, estamos llamados a abrir las puertas de esta familia a todos aquellos que quieran dejarse hacer por Dios y vivir según su voluntad. Como María.

Ser familia en Jesús, para hacer “familia” en toda realidad en la que nos encontremos.

¡Aquí estamos, Señor! ¡Cuenta con nosotros!

Nuestro hermano en la fe: 
Luis Manuel Suárez CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario