¿Dios Quiere dar el don de lenguas a todos, o solo a algunas personas?
La enseñanza de San Pablo a primera vista parece ser ambigua sobre esta cuestión. En 1 Corintios 12, Pablo menciona las lenguas y la profecía junto con otros carismas, y afirma que todos los cristianos no reciben los mismos carismas (12,29-30). Pero en 1 Corintios 14,5 Pablo dice: «Mi deseo es que todos ustedes hablen en lenguas, pero más todavía que profeticen». Luego en el mismo capítulo habla de la posibilidad de que todos hablen en lenguas (14,23) y que todos profeticen (14,31). ¿Cómo podemos resolver esta contradicción aparente?
La respuesta yace en la comprensión de las diferentes funciones del don de lenguas. Las lenguas pueden servir como: (1) un signo de la presencia del Espíritu (de ahí la aparición de las lenguas en Hechos cuando las personas reciben el Espíritu); (2) un lenguaje de oración válido para el propio crecimiento espiritual (1 Cor 14,4.18); y (3) un medio profético de dirigirse a la comunidad cuando va acompañado del carisma de interpretación (1 Cor 14,5.27-28). Pablo indica que el tercer uso, el de dirigir un mensaje a la comunidad (acompañado por una interpretación) pertenece solo a algunos, mientras que el segundo uso, las lenguas como un lenguaje de oración está a disposición de todos. En Pentecostés, por ejemplo, los apóstoles, la Madre Santísima y muchos otros (alrededor de 120 personas) «empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse» (Hch 2,4). Pero siguieron adelante para servir al Señor en una amplia variedad de formas, con diversos carismas para edificar el cuerpo de Cristo.
Muchos líderes de la RCC pueden testificar que si las personas desean el don de lenguas como lenguaje de oración, y si se les enseña a abrirse a él, tarde o temprano reciben este carisma. Algunas personas, por malentendidos o malas experiencias por ser presionados a orar en lenguas, desarrollan un bloqueo hacia este carisma. En esos casos es conveniente recomendarles que no se preocupen por las lenguas, pero que simplemente sigan en la búsqueda y en la apertura al Espíritu en otros modos. Algunos terminarán recibiendo el don de lenguas; otros pueden experimentar al Espíritu obrando poderosamente a través de ellos de otra manera.
¿Cómo puede alguien recibir el don de lenguas orando solo?
Mientras algunas personas encuentran más fácil comenzar a orar en lenguas en un grupo, a otros les es más fácil hacerlo cuando están solos. ¿Qué hacer? Cuando estén orando y dirigiendo su mente al Señor pidan el auxilio del Espíritu. Luego dejen de orar en su propio idioma y permítanse hablarle a Dios con cualquier sílaba o sonido que salga de su boca. Al principio puede sonar como balbuceos de bebé. No se preocupen. ¡Dios se complace tanto como a cualquier padre humano que se deleita al ver a su hijo tratando de comunicarse con él!
Sigan hablándole al Señor, dejándose llevar y permitiendo que se amplíe la variedad de sonidos que emiten para él. La mayor tentación para las personas en esta etapa es prestar demasiada atención a lo que están haciendo e inhibirse, o pensar: “son solo cosas mías, no es el Espíritu Santo”, y se detienen. En lugar de eso, sigan orando y el don se volverá más claro y más fuerte. Oren de ese modo durante cinco, diez o quince minutos al día. Después de un mes o algo más, con toda probabilidad verán una fluidez que reconocerán que no viene de ustedes, sino que realmente es el Espíritu Santo volviendo su discurso a un idioma que ustedes no conocen.
¿Cómo puede alguien crecer en el don de lenguas?
La práctica es lo principal. Podemos orar en lenguas cuando estamos conduciendo el automóvil, dando un paseo, sentados en la iglesia o tomando un baño. Es un gran medio para que «sean constantes en la oración» (1 Ts 5, 17) u «oren en toda ocasión en el Espíritu» (Ef 6,18). Cuando oramos en lenguas, es el Espíritu Santo orando a través de nosotros (Rm 8, 26-27; 1 Co 14, 2), de modo que es una manera excelente de entrar en íntima comunión con el Señor. Otra cosa que ayuda es orar con regularidad con otros que ejercitan los dones del Espíritu.
Cuando se encuentren ante un desafío, bien por una necesidad del ministerio o de su familia, intercedan por ello en lenguas. Cuando busquen la orientación del Señor, intercedan en lenguas y luego escuchen lo que al parecer está diciendo el Espíritu. Intenten cantar en el Espíritu, permitiendo que el Señor ponga la melodía así como las palabras. Pídanle al Señor que les dé la interpretación de lo que están orando en lenguas. Puede que alternen la oración en lenguas y la oración en su propio idioma, dejando que el Espíritu guíe sus palabras en ambas. Pídanle al Señor que les dé otras lenguas en las cuales orar y luego dejen que el Espíritu las hable a través de ustedes. Señor, ayúdanos a abrirnos a todos tus dones y a convertirnos en hijos e hijas dóciles, instrumentos musicales con los cuales puedas tocar la melodía que Tú elijas.
Preguntas a la Comisión Doctrinal del ICCRs
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