“Una vez escuché decir a un campesino algunas cosas que me tocaron: ¿Cuál es el agua más pura? El agua destilada, decía él. Pero, usted sabe Padre, qué cuando la tomo no tiene sabor a nada”.
“Así, es la vida de los que están criticando, chusmeando y separándose de los demás. Se sienten tan puros, tan asépticos que no tienen sabor a nada. Son incapaces de convocar a alguien. Viven para cuidarse, para hacerse la cirugía estética en el alma y no para tender la mano a otros y ayudarlos a crecer, que es lo que hace Jesús”.
Jesús acepta “la complejidad de la vida, y de cada situación, el amor de Jesús, del amor del Padre Dios, como dijiste vos, es una realidad de inventar caminos, ofrecer oportunidades de integración y de transformación, oportunidades de sanación, perdón, salvación”.
“Y no lo hace por decreto o con buenas intenciones, tampoco con voluntarismos o sentimentalismo”. ¿Cómo lo hace Jesús? Creando vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos, apostando y celebrando cada paso posible”.
Santo Padre Francisco
Liturgia penitencial con los jóvenes privados de libertad
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