Muchas voces reclaman nuestra atención.
Hay una voz que dice: Demuestra que eres una buena persona.
Otra nos dice: Avergüénzate de ti mismo.
También hay otra voz que dice: No le importas a nadie,
y otra: asegúrate de tener éxito, ser famoso y tener poder.
Pero por debajo de estas voces, por lo general muy ruidosas,
hay una, suave y pequeña, que dice:
Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco...
Esa es la voz que más necesidad tenemos de escuchar.
Escuchar esa voz, sin embargo, requiere un esfuerzo especial;
necesita la soledad, el silencio y una fuerte determinación a escuchar.
Eso es oración:
Rezar es escuchar a la voz que nos llama "hijo amado".
Henri Nouwen
Pan para el viaje
LUMEN
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