«Con la medida con que midiereis, se os medirá» (Mc 4,24)
El mandamiento del amor al prójimo es nuevo, porque nuestro Señor ha venido a renovarlo, testimoniando así que quería que fuese mejor observado. También es nuevo porque parece que nuestro Señor lo ha resucitado, igual que se puede llamar un hombre nuevo al que habiendo muerto, resucita... Parece que nuestro Señor nos lo vuelve a dar. Pero quiere que, como cosa nueva, como mandamiento nuevo, sea practicado fiel y fervientemente. También es nuevo por las nuevas obligaciones que tenemos de observarlo...
Y ¿cuáles son estas nuevas obligaciones que ha traído Jesucristo al mundo, para hacernos dóciles a la observancia de este divino precepto? Sin duda son grandes, porque Él mismo vino a enseñárnoslas y no sólo con palabras sino mucho más con el ejemplo; este Maestro divino no ha querido enseñarnos a pintar sin que Él mismo haya pintado antes; no nos ha dado ningún precepto sin haber Él observado antes de dárnoslo.
Y lo mismo, antes de renovar este mandamiento del amor al prójimo, Él nos ha amado y nos ha enseñado con su ejemplo cómo debemos practicarlo, para que no nos excusemos de cumplirlo diciendo que es cosa imposible.
¿Puede parecernos sorprendente que el Amado de nuestras almas quiera que nos amemos como Él nos ha amado, ya que nos ha restablecido en el perfecto parecido que antes teníamos con Él? No se puede dudar de que la semejanza, la imagen de Dios en nosotros antes de la Encarnación del Salvador era muy distante de la verdadera semejanza.
Los colores del retrato eran pálidos y descoloridos, no había sino algunos trazos, como en un cuadro solamente esbozado. Pero al venir nuestro Señor al mundo ha enaltecido de tal manera nuestra naturaleza, que podemos decir con toda seguridad que nos asemejamos perfectamente a Dios, el cual, al hacerse Hombre, se ha hecho semejante a nosotros y nos ha hecho semejantes a Él.
Por tanto, tenemos que levantar el ánimo para vivir según lo que somos e imitar lo más perfectamente posible a quien ha venido a enseñarnos lo que debemos hacer.
Francisco de Sales
Sermón: Dejarse iluminar por Cristo
«Con la medida con que midiereis, se os medirá» (Mc 4,24)
Sermón X, 273
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