Marcos 4, 24
En el Evangelio de hoy, San Marcos relacionó directamente la promesa de Jesús sobre la abundancia con dos exhortaciones a poner atención a la manera como escuchamos sus palabras. Poniendo estas ideas una junto a la otra, el evangelista nos dice que, si tomamos en serio las palabras de Cristo, podemos tener la seguridad de recibir los tesoros que él nos tiene reservados. O bien, para ponerlo en forma negativa, nos exhorta a crecer constantemente en el entendimiento de Jesús, para no perder lo que ya tenemos. La “medida con que midamos” es la manera en que ponemos atención a las palabras de Cristo, y la “medida con que seremos medidos” se refiere a la libertad y la vida que recibimos cuando ponemos en práctica las enseñanzas y mandatos del Señor.
¿Cómo podemos estar seguros de que las palabras de Jesús penetren en nuestro corazón? Una manera de hacerlo es señalar un tiempo regular para estudiar las Escrituras, posiblemente mediante un análisis de la palabra, el estudio de la historia o los antecedentes de un pasaje, o buscando referencias de otros pasajes de la Escritura. Cuando uno estudia la Palabra de Dios de esta manera, la mente se abre para recibir la plenitud y la riqueza de la palabra.
Al mismo tiempo, el Señor quiere que aprendamos a orar y meditar diariamente en su palabra y recibir con fe y alegría lo que él nos dice en el texto bíblico. Esto significa aprender a guardar silencio para escuchar a Dios; significa reposar en la presencia del Señor reflexionando lentamente sobre uno o dos versículos; significa esperar pacientemente en el Señor hasta que nos hable al corazón.
Pero familiarizarse más con la Palabra de Dios no significa solamente dedicarse a leer pasaje tras pasaje. Jesús nos dio su Espíritu Santo para que nos condujera a toda la verdad; por eso podemos confiar que el Espíritu, que es nuestro abogado y consejero, está con nosotros cada vez que leemos con detenimiento, meditamos y estudiamos el texto de la Sagrada Escritura. Si persistimos, él vivificará su palabra en nuestro espíritu y nos colmará de las bendiciones de su presencia y su guía.
“Jesús, Señor y Salvador mío, concédeme la gracia de ponerme en tus manos cuando hago oración, cuando te alabo y cuando presto servicios a los demás.”
Hebreos 10, 19-25
Salmo 24(23), 1-6
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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