La paternidad y la maternidad son cosas sagradas y santas. Por eso, no puede haber infidelidad ni adulterio en un matrimonio. No puede haber profanación del matrimonio realizado en Dios.
Para acabar con tu matrimonio, el enemigo de Dios quiere arrastrarte a la infidelidad. Él te arrastra a la vanidad de sentirte capaz de seducir y conquistar a alguien. Pero es necesario tener mirada espiritual y percibir que es el maligno quien quiere acabar contigo y con tu matrimonio, seas hombre o mujer.
Dios nos dio la sexualidad, pero no para ser profanada. Así como ninguno de nosotros comete la locura de utilizar agujas ya usadas, contaminadas, así tampoco podemos ser tan locos como para permitir que el enemigo profane un regalo tan precioso como es nuestra sexualidad.
Si has entrado en esta locura, necesitas hacer una buena confesión y comenzar a vivir una vida de castidad. Sólo a través de la Santísima Eucaristía, comulgando frecuentemente y adorando a Jesús en el Santísimo Sacramento, solo así tendremos la fuerza para vivir una vida de santidad.
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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