«Con esta doble súplica: «No nos abandones» y «líbranos», surge una característica esencial de la oración cristiana. Jesús enseña a sus amigos a anteponer la invocación del Padre a todo, incluso y especialmente cuando el maligno hace sentir su presencia amenazadora. En efecto, la oración cristiana no cierra los ojos a la vida. Es una oración filial y no una oración infantil. No está tan infatuada de la paternidad de Dios como para olvidar que el camino del hombre está plagado de dificultades. Si no existieran los últimos versículos del «Padre Nuestro», ¿cómo podrían rezar los pecadores, los perseguidos, los desesperados, los moribundos? La última petición es precisamente la petición de nosotros cuando estaremos en el límite, siempre»
Francisco
Audiencia General 15-05-2019
Viñeta: Leonan Faro
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