Evangelio según San Juan 14,27-31a.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,
pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos y amigas:
De “dioses con figura humana” a “apedreados”. Continúa la persecución de los apóstoles. Como antes del encumbramiento. Pero, fijaos bien, la valoración de la misión es positiva. Al volver a Antioquía y “evaluar” con la comunidad lo que habían hecho, se fijan no en los inconvenientes, sino en el logro de la puerta de la fe abierta a los gentiles.
Con frecuencia, nuestras evaluaciones actuales, sofisticadas y bien elaboradas, se fijan más en los inconvenientes, en las dificultades, para ser conscientes, para buscar soluciones... Y, so capa de humildad, no dan mucha importancia a los logros. Que también los hay. Y sí, somos conscientes de las dificultades, pero no parece que sepamos encontrar soluciones satisfactorias en la misión que cada uno tiene encomendada.
¿No nos tendría más cuenta fijarnos en lo conseguido, en los éxitos, por pequeños que nos parezcan, en la bondad y el triunfo de una misión que es del Señor y que, por tanto, él cuida, guía y hace fructificar a su manera?
Confiemos en quien nos da y deja su paz, no como la da el mundo. Confiemos en quien nos invita a la valentía y a la firmeza, estando a nuestro lado para que no tiemble nuestro corazón. Confiemos en quien ama al Padre y se sabe amado por el Padre, en una comunión que orienta y da la victoria a nuestra misión. Digamos no al temor, venga de donde venga; digamos sí a la paz de Jesús.
Padre Bueno y Misericordioso,
que sin méritos nuestros nos envías,
como enviaste a tu Hijo Jesús.
Danos tu Espíritu de Paz,
tu Espíritu de Amor,
tu Espíritu de Fortaleza,
para que seamos
astutos, confiados y fieles
colaboradores de tu misión.
Nuestro hermano,
Luis Á
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