¿Qué maravilla sería si nuestra vida fuera lo que cantamos: "Puedo, todo puedo, en Aquel que me fortalece! Nada y nadie en el mundo me hará desistir".
¡Cuán complicados y escrupulosos somos!
Escrúpulos es una cosa que todos tenemos.
La semana pasada celebramos la Resurrección, Cristo Jesús está entre nosotros. Nuestra fe en Cristo resucitado nos pone, todos los días, en la obligación de ser Jesús en la vida de nuestro hermano.
Tener los pensamientos de Cristo
Si queremos vivir la dinámica cristiana, debemos asumir que Cristo está dentro de nosotros. La Palabra de Dios entra en nuestro corazón y cambia nuestra forma de pensar. Para que Cristo resucitado entre en nuestras vidas, debemos tener los pensamientos de Cristo; necesitamos vivir diariamente el desafío de transformarnos en Jesús, en hablar, pensar y actuar, es decir, transformarnos en aquel en que creemos.
Cuando comulgamos el Cuerpo y la Sangre de Jesús, afirmamos que Cristo está en nosotros y se queda con nosotros dondequiera que estemos.
Necesitamos tener un absoluto respeto por el Cuero y la Sangre de Jesús. Debemos mostrar a nuestros hermanos que Jesús habita en nosotros.
Dios desea nuestro corazón
Estamos todos atravesando el desierto. Nuestro pecado no nos puede impedir ser Jesús allí en donde estemos. Pero el diablo intenta en todo instante alejarnos de Dios.
Si Dios nos ha puesto en algún servicio en la Iglesia, no es porque Él necesita nuestro servicio. Pues, lo que Él realmente necesita y desea es nuestro corazón.
No podemos perder las oportunidades que se preparan para nuestra salvación.
Dios está en nosotros, la paz del Señor está con nosotros.
¿Qué provocamos cuando llegamos a un ambiente?
Debemos despertar los sentimientos y pensamientos de Jesús por donde pasamos.
Si Dios no está en nosotros, no tendremos nada para ofrecer.
Si nuestras comunidades quieren ser cristianas, debemos pedir perdón a cada instante.
El diablo desea atraparnos en nuestras fragilidades. Puede que Dios nos haya traído aquí, no para conceder un milagro, sino para convertirnos.
Así como la Fiesta de Resurrección nos muestra que debemos ser el Cristo resucitado por donde pasamos, la Fiesta de la Misericordia nos muestra que debemos ser la Misericordia para nuestros hermanos.
Puedo, todo lo puedo, en Aquel que me fortalece.
El don de ser Jesús por donde pasamos, sólo es posible si estamos juntos. Debemos ser amigos de quienes nos hacen amigos de Jesús. Seamos amorosos por donde vamos.
p. Fabio de Melo
Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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