Evangelio según San Juan 6,52-59.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos y amigas:
En la primera lectura de hoy leemos un texto que podemos dar por conocido, bien sea porque lo hemos escuchado repetidas veces en la catequesis, la liturgia; o porque lo hemos visto representado de distintas formas en el arte. Lo primero que deberíamos de hacer al acercarnos a este relato es superar nuestras falsas interpretaciones. Pensar que el evento de Damasco es una conversión moral de Pablo, o dicho en lenguaje ignaciano, pensar que Pablo «ha cambiado de bandera» que paso de ser un celoso observante de la ley al servicio de «la bandera de Cristo».
Para el Cardenal Martini comprender solo de esa forma el evento-misterio de Damasco sería empobrecer la acción de Dios y la forma de interpretar la conversión de los demás y nuestra propia conversión. En este hermoso y denso relato se nos presenta la experiencia fundante del «Apóstol de los gentiles», entrar en el acontecimiento de Damasco es entrar en la interioridad de Pablo. Este encuentro que vive Pablo con Jesús le hace reorientar toda su vida desde la gratuidad y el amor. Podríamos decir es un encuentro de ruptura, de desvelamiento que marca un antes y un después.
El evento-misterio de Damasco es también para Pablo un momento de kenosis. Es entrar en el misterio del dolor y la muerte, por eso no es solo una experiencia puntual, Damasco será una experiencia que se prolongará en toda la vida de Pablo. Y en todo aquel que como Pablo es capaz de poner al centro de su vida a Cristo Jesús. Hasta llegar a decir como él que todo lo consideramos basura en comparación con el conocimiento de Jesús. En definitiva, este acontecimiento de Damasco es un proceso de cristificación hasta llegar a la plena madurez en Cristo. Esa es la experiencia fundante de la mística apostólica. ¿Nos dejamos sorprender por la novedad de Jesús y su Reino?
En el Evangelio encontramos la sección conclusiva del discurso del «Pan de vida» está unido a lo que el evangelista ha venido presentando. Como hemos visto el mensaje se ha ido profundizando y se convierte más eucarístico. Desde una clave existencial se trata de hacer espacio a la persona de Jesús en nuestra vida, en la vida de nuestras familias, de nuestras comunidades. Se nos invita a entrar en comunión con él, comer su carne y beber su sangre, significa entrar en una común-unión con la forma de actuar de Jesús, con su forma de ser humano, con su forma de amar, de pensar, con su adhesión al Padre.
Fraternalmente, Edgardo Guzmán, cmf.
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