sábado, 29 de abril de 2017

CARRERA DE FONDO

Los domingos dejo a mi hija Cristina en catequesis a las 10.30h y de allí me voy a la capilla de la parroquia a hacer un rato de oración antes de unirme al ensayo del coro a las 11.15h.

El domingo pasado llegué como de costumbre a la capilla, con muchas ganas de alabar al Señor pero no podía… el Señor me llevaba al silencio. El caso es que yo me empeñaba en alabarle, pero no había manera, volvía al silencio…. Finalmente me rendí y me dejé llevar por ese silencio tan del Señor y me vino a la memoria el Camino de Santiago que hice hace 6 años con mi primo Carlos, unos meses después de hacer el seminario y recibir la efusión del Espíritu en Maranatha.

Empecé a recorrer cada momento y cada sensación del camino… La ilusión con la que empecé el primer día, las conversaciones, las agujetas tremendas con las que me levanté el segundo día, los 10 km de bajada a Portomarín donde me empezó la tendinitis de rodilla que me dio mucha “lata” durante todo el camino. Recuerdo que la mañana del 3er día, cuando me levanté y me dolían todos los músculos pensé, si hubiera venido sola, aquí se habría acabado mi Camino de Santiago, me hubiera vuelto a casa encantada… Mientras iba recordando todo eso pensaba: Qué raro ¿para qué me lleva el Señor ahí ahora? Si ya hace 6 años de esto! El caso es que empecé a recordar la sensación de superación que experimentaba cada día cuando a pesar de los dolores musculares, la tendinitis, las ampollas en los pies… llegábamos a nuestra meta diaria. Recuerdo muy bien la sensación que experimenté durante el camino de que era Él quien me sostenía, de que era Él quien me llevaba y quien me daba la fuerza para seguir adelante. Yo soy una persona que ante la dificultad “tiro rápido la toalla”, nunca he tenido ninguna fuerza de voluntad y tiendo siempre a salir corriendo “a la primera de cambio”…

Recordaba la emocionante entrada en Santiago de Compostela rezando el rosario, la llegada a la Catedral sin poder parar el mar de lágrimas que brotaba de mis ojos, la misa del peregrino, en la que me acurruqué junto a una columna y no me enteré de nada de la misa… pero tuve una experiencia muy fuerte del Señor, en la que durante la 1’5h que duró la misa, iban saliendo nombres de mi corazón que repetía susurrando como si fueran letanías y así, desde los más cercanos y queridos hasta los más lejanos, fueron saliendo todos los nombres de las personas que llevaba en el corazón para entregárselas al Señor en aquella eucaristía. Fué una experiencia en el espíritu preciosa.

El día que nos volvíamos de Santiago, con la certeza de que había sido el Señor quien me había llevado hasta allí, le dije: “Ya que me has acompañado durante todo el camino y has sido Tú quien me ha dado las fuerzas que necesitaba, te pido que me acompañes en el camino de dejar de fumar” y allí mismo tiré el paquete de tabaco.

Había intentado dejar de fumar millones de veces, no duraba mi aventura ni dos días, siempre acababa fumando a escondidas, pidiendo tabaco al primer fumador con quien me cruzaba por la calle, mi cabeza estaba todo el día dándole vueltas al dichoso tabaco y a encontrar una excusa para poder fumar, era una verdadera adicción, fumé hasta en los embarazos! Nunca conseguí dejarlo…. Pues desde el día que se lo pedí al Señor, han pasado ya 6 años y en todo este tiempo no he tenido ganas de fumar. El Señor me las ha quitado! Yo sé “de qué pie cojeo” y sé que si en algún momento hubiera tenido ganas de fumar, hubiera fumado, pero no me ha vuelto a apetecer encenderme un cigarrillo desde el día que tiré en Santiago el paquete de tabaco pidiéndole al Señor que me ayudara a dejarlo. Muchas veces, cuando cuento a la gente este testimonio, me suelen decir: Sí, claro, no tiene otra cosa que hacer el Señor que quitarte a tí las ganas de fumar!!! Pues tienen razón, seguro que tiene mil cosas más importantes que hacer, pero a mí me ha sucedido así y para mí es la muestra de que el Señor se hace fuerte y presente en tu debilidad y en tu pobreza… Yo sé, por la experiencia de veces anteriores, que por mis propias fuerzas era incapaz de dejar de fumar y ahora llevo 6 años sin fumar sabiendo que es Él quien lo realiza en mí porque yo soy incapaz! ¡¡¡Qué grande es!!!!

El caso es que estaba en esto cuando de repente me vino una imagen de pequeña corriendo, y me acordé que siempre había sido muy buena velocista, muy rápida en las carreras cortas, pero en cuanto tenía que correr algo más de 100m ya no podía, no tenía ninguna resistencia. Fué una imagen ideal para explicarme lo que sucede en mi vida, siempre me han dado vértigo o ganas de salir corriendo en dirección opuesta “las carreras de fondo”, cualquier proyecto a largo plazo me va grande y no me fío ni un pelo de mí porque soy la persona menos constante que existe… Ahí me quería el Señor, habíamos llegado al quid de la cuestión, entonces me habló al corazón y me dijo: Tú encárgate de “las carreras cortas” que lo haces la mar de bien y “las carreras largas” déjamelas a mí que yo me ocupo. No te preocupes por los proyectos a largo plazo que piensas que “te van tan grandes” que de eso me encargo yo. Tu matrimonio y tu maternidad yo los llevo y los sostengo de la misma manera que te he acompañado en el Camino de Santiago y en el camino de dejar de fumar, no tengas miedo. ¡¡¡Qué alegría y qué paz más grande experimenté!!! ¡¡¡Menudo regalazo me hizo el Señor!!! Qué tranquilidad el saber que estamos en Sus manos y que es Él quien sostiene mi matrimonio y mi relación con mis hijas. Bufff que descanso el saber que eso no depende de mí sino de Él.

Gloria al Señor, qué grande es y cómo supera con creces todas nuestras expectativas… yo que estaba empeñada en hacer un rato de oración de alabanza y menudo regalazo me tenía reservado para la mañana del domingo a través del silencio!

¡¡¡Gloria al Señor!!!
María Almudena Serrano

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