Con Jesús por la mañana.
«Jesús resucitado, tenías razón. Ahora estás vivo para siempre y te haces presente en medio de nosotros cuando nos reunimos dos o tres en tu nombre. Ahora sabemos que no estamos solos, que tú nos acompañas mientras caminamos hacia el Padre. Escucharemos tu voz cuando leamos tu evangelio. Nos alimentaremos de ti cuando celebremos tu Cena. Estarás con nosotros hasta el final de los tiempos" (J. A. Pagola). Al empezar el día, repite al ritmo de tu respiración: "Cristo vive. Cristo vive en mí". Presta atención para descubrir su presencia en los acontecimientos de hoy. Ofrece todo lo que vivas por la intención del mes.
Con Jesús por la tarde.
«Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Simón Pedro entró en el sepulcro. Él vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó» (Jn 20, 3-8). Los discípulos no necesitaron ver al Resucitado para creer. ¿Cómo anda tu fe? ¿Necesitas "ver" para creer?
Con Jesús por la noche.
Serénate. ¿Cómo ha sido tu fin de semana? ¿Qué momentos te han enriquecido? ¿Has actuado mal con alguna persona? ¿Cómo te dispones a comenzar tu semana? Cierra los ojos, respira hondo y busca la quietud interior para encontrarte con Dios.
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