Con Jesús por la mañana.
Solo Jesús salvará a la Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él. Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda la Iglesia la confianza en Jesús resucitado, movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus seguidores y seguidoras» (J. A Pagola) ¿Cuáles son tus miedos y dudas? Llama a la persona con la que te encuentres distanciado para acortar las distancias. Ofrece tu día por la intención del Papa y pídele luz.
Con Jesús por la tarde.
«Jesús dijo a Tomás: –Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree! Tomás exclamó entonces: –¡Mi Señor y mi Dios! Jesús le dijo: –¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!» (Jn 20, 27-29). ¿Estás lleno de preguntas, quizá de dudas? ¿Cuán fuerte crees que es tu fe? El Señor resucitado está contigo. ¿Dónde le reconoces? Repite al ritmo de tu respiración “Señor mío y Dios mío”.
Con Jesús por la noche.
Repasa tu semana. Jesús te acompañó toda la semana estuvo contigo y permanece en ti. Repasa lo que has vivido en la semana para reconocer a Dios en todas las cosas. ¿Qué sentimiento predominó? ¿En qué momentos te has sentido pleno? ¿Qué te hubiera gustado que fuera diferente?
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