jueves, 27 de abril de 2017

Evangelio según San Mateo 9,35-38. 
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." 



RESONAR DE LA PALABRA

Edgardo Guzmán, cmf.
Queridos amigos y amigas:

El evangelio de este día nos permite reflexionar sobre la centralidad que tiene el testimonio para nuestra vida cristiana. Nuestra fe nace del testimonio que nos da Jesús del amor del Padre. «El atestigua lo que ha visto y oído». Por eso, creer en Jesús es acoger su testimonio que viene de lo alto. Apropiarnos del mensaje de Jesús es vivir su experiencia filial, de un Dios Abbá que es cercano con el que sufre, que acoge a publicanos y pecadores, que le importa más la vida de sus hijos, que las normas y prescripciones.
Preguntemos qué imagen de Dios es la que manejamos. Porque muchas veces nuestra idea de Dios no coincide con la de Jesús. Creer en su testimonio es abrirnos a la experiencia de Dios que nos comunica el Evangelio. Por eso, nuestra vivencia creyente está siempre en relación con la escucha, que se traduce en la recepción del testimonio que nos da Jesús, de esa conectamos nuestra experiencia de fe, con la imagen de Dios que se nos revela en las palabras y obras de Jesús.
De tal manera que nuestra vida cristiana se convierta también en testimonio del amor del Padre. Recordemos que el testimonio es la primera palabra evangelizadora de la Iglesia, así lo expresaba Pablo VI: «para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio"» (Evangelii Nuntiandi 41).
Que el Espíritu que Dios nos da si medida nos permita creer en el testimonio del Hijo en quien el Padre ha puesto todo en sus manos, para ser testigos y mensajeros de la alegría del Evangelio.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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