martes, 25 de abril de 2017

Meditación: Marcos 16, 15-20


San Marcos, Evangelista

Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio. (Marcos 16, 15)

¡Qué misión! El Señor resucitado, triunfante en su victoria, manda a sus discípulos a predicar a lo largo y ancho del mundo. Y eso fue justo lo que hicieron. Recorrieron el mundo conocido, sufrieron persecuciones y establecieron nuevas iglesias.

Todo esto es muy dramático, pero nuestra vida parece mucho más común. ¡Pero no es así como Dios nos ve! Recuerda que no todos los discípulos escribieron los evangelios ni viajaron por el mundo o comunidades ya establecidas. Lo que sí todos tuvieron en común fue que siguieron al Señor de acuerdo a la forma en que el Espíritu Santo los animaba. Por eso, aunque una misión aventurada te parezca fuera de tu alcance, realmente no lo es; sólo procura ser fiel a la misión que Dios te ha dado, y te sentirás muy realizado.

Todos podemos proclamar el Evangelio de alguna manera cada día. Cada acto de bondad que realices puede dar el toque del Señor. Cada palabra alentadora que digas puede llevar la fuerza del Espíritu. Cada decisión de perdonar, aunque sea una ofensa pequeña, es fuente de gracia y compasión.

¡No desestimes ninguno de estos gestos! Tal vez no sean los hechos heroicos de los apóstoles, pero eso no importa. Por muy normal que todo parezca, “todo el mundo” al que Jesús te ha enviado necesita tu testimonio.

Hoy recordamos a San Marcos. La tradición nos dice que, después de unos pocos meses de trabajo misionero dejó a los apóstoles y regresó a su casa. Si queríamos leer relatos de heroísmo, en esta parte no los encontraremos. Pero no es así cómo acabó todo. Después de asentarse en Roma, Marcos se convirtió en discípulo de San Pedro y llegó a escribir el primer Evangelio. Entonces, nadie sabía qué cosa era un “Evangelio”. Nadie sabía cuán importante para la humanidad sería este escrito. En efecto, sentado a su escritorio, pluma en mano, Marcos terminó causando un mayor impacto en la Iglesia que el que jamás habría logrado si hubiera seguido viajando. Así que no te descalifiques a ti mismo, incluso si hay momentos en que no te parezca poder “despegar”. Vuelve a la fe y sé fiel. ¡Tú puedes marcar una diferencia!
“Jesús, ayúdame a hacer lo poco que hago por amor a ti y en tu nombre. Confío, Señor, que tú vas a usar mi trabajo para tu mayor gloria.”
1 Pedro 5, 5-14
Salmo 89(88), 2-3. 6-7. 16-17

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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