Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él". Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. " Nicodemo le preguntó: "¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?". Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos y amigas:
Hemos iniciamos la segunda semana de este tiempo de Pascua. La Palabra de Dios de estos días nos sigue animando a redescubrir la presencia del Resucitado en medio de nuestras vidas. En la lectura continuada que estamos realizando de los Hechos de los Apóstoles encontramos el testimonio de la acción del Espíritu en la primera comunidad cristiana que anuncia con audacia y valentía que Jesús ha resucitado. Esa fuerza del Espíritu que ha vencido a la muerte se despliega a lo largo del tiempo y del espacio hasta nuestros días.
El evangelio de este día nos presenta el inicio del diálogo de Jesús con Nicodemo. Le vista de noche, como queriendo mantener en el anonimato su identidad, seguramente por miedo a lo que puedan decir sus compañeros fariseos. En este personaje quedan simbolizados muchos cristianos que se avergüenzan de su fe, por miedo, o por falta de valentía para dar testimonio de Jesús. Por otro lado, Nicodemo siente una gran fascinación por las palabras y obras de Jesús, esa inquietud le lleva al encuentro con Él. El israelita inquieto reconoce que Jesús es capaz de realizar lo que hace porque Dios está con él.
Jesús le propondrá algo sorprendente, nacer de nuevo, para que pueda ver el Reino de Dios. Nicodemo no comprende ese nacimiento que le ofrece Jesús, nacer de agua y de espíritu. Se trata de un cambio, un renacer que ha de brotar de lo más profundo. Sólo el Espíritu de Dios, que renueva todas las cosas, es quien nos puede hacer nacer de nuevo, a una vida más auténtica y feliz. El soplo de Dios, esa brisa suave es lo que airea nuestra existencia removiendo el polvo que se nos pega en el camino.
Pidamos en nuestra oración la gracia de nacer de nuevo. Que el Señor resucitado con la fuerza de su Espíritu desacostumbre nuestra mente y corazón de actitudes, prácticas o sentimientos que no reflejan la luz de su Resurrección. Que el soplo del Espíritu nos haga cristianos libres y audaces para ser testigos del Resucitado.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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