Cuando una comunidad tiene esperanzas reducidas en cuanto a las formas en las que el Espíritu se manifestará en medio de ella, esto tiene resultados profundos en la vida y la experiencia de esa comunidad. Puede afectar su culto público eucarístico, la oración privada de sus miembros, en su forma de predicar el Evangelio y de servir al mundo. Esto es evidente cuando recordamos que los carismas son ministerios a la Iglesia y al mundo. Y si una comunidad limita de alguna manera las manifestaciones del Espíritu, en esa medida se empobrece la vida total de la Iglesia local.
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