Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. El les dijo: "Soy yo, no teman". Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
RESONAR DE LA PALABRA
El evangelio de hoy nos habla del episodio de la barca en el mar agitado. Jesús se encuentra en la montaña, los discípulos en el mar.
Era noche cerrada. Soplaba un viento fuerte. El mar, ya de por sí peligroso, se encrespó. Habían remado 5 o 6 kilómetros y estaban cansados. Jesús llega andando sobre las aguas del mar de la vida. Los discípulos tuvieron miedo. Como en el relato de los discípulos de Emaús, ellos no le reconocen). Jesús se acerca y dice: “¡Soy yo! ¡No temáis!”
Llegaron al puerto deseado. Ellos quieren recoger a Jesús en la barca, pero no es necesario, porque llega a la tierra hacia donde iban. Llegan al puerto deseado.
Pregunta para reflexionar
En la montaña: ¿Por qué Jesús busca la manera de quedarse solo para rezar después de la multiplicación de los panes? ¿Cuál es el resultado de su oración? ¿Es posible caminar hoy sobre las aguas del mar de la vida? ¿Cómo?
Oración
Señor, Tú no tienes necesidad de la barca, pero la barca necesita de Ti. Sin Ti la barca de la Iglesia agitada por las olas no llegará a buen puerto. Como tus discípulos te decimos: ¡Sálvanos!
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