Se trata de dos pasiones duras de combatir e imposibles de vencer completamente por nosotros.
De entre todos los vicios y pasiones, hay dos que son los más terribles: el desenfreno y la desidia, que perturban y debilitan a la pobre alma, porque vienen juntos, cual pareja. Se trata de dos pasiones duras de combatir e imposibles de vencer completamente por nosotros. Una crece mucho más en la parte de los deseos, pero comprende también, por su naturaleza, la materia de las dos, el alma y del cuerpo, porque su placer se entremezcla en todo nuestro ser. La otra, dominando al principio la mente, cubre como la hiedra todo nuestro cuerpo y alma, volviéndonos perezosos, débiles y negligentes. Estos dos vicios no pueden ser vencidos perfectamente antes de alcanzar la pureza plena, cuando el alma recibe el poder del Espíritu Santo con la oración, que le ofrece protección, fuerzas y una paz profunda en el corazón, llevándole a alegrarse en el sosiego.
Entonces, el desenfreno es el origen, el rey, el soberano, el placer que abarca a todos los demás placeres, teniendo como esposa a la desidia, que trae consigo como una carreta llena de las huestes del demonio. De esta forma entran en nosotros los demás vicios.
(Traducido de: Sfântul Grigorie Sinaitul, Capede după acrostih, în Filocalia VII, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2007, p. 123)
fuente: Doxología
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