Con Jesús por la mañana.
“Es increíble como los cristianos confundimos fe con razón, saber con actitud, conocimiento con estilo de vida. Si la fe de nuestros primeros padres se hubiera reducido al simple anuncio de lo que hay que hacer o es un deber hacer, seguramente que no hubiera llegado hasta nosotros, o lo que es peor, ni siquiera existiría la fe cristiana. ¿Por qué? Porque nuestra fe, si bien se aprende, se conoce y hasta es posible dar razón de ella, es ante todo una actitud y un modo de proceder” (Javier Rojas sj). Hoy pregúntate: ¿Qué haría Jesús en mi lugar? ¡Y hazlo! Ofrece tu día por la intención del mes.
Con Jesús por la tarde.
“Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo” (Mt 13, 36). Y si tú estuvieras entre los discípulos ¿Qué le preguntarías a Jesús? ¿Qué le pedirías que te explicara? ¿Qué necesitas hablar con Él? Métete en la escena y pregúntale, pídele que te hable. Actualiza el propósito de la mañana y pregúntale: “Señor, ¿qué harías en mi lugar?”
Con Jesús por la noche.
Revive tu historia. Al cerrar la semana repasa lo vivido en ella. ¿Ha habido novedades que te han ayudado a crecer? ¿Qué acontecimiento te ha llenado de gozo? ¿Qué sentimientos recuerdas con más fuerza? ¿Qué palabras aún te resuenan? ¿Recuerdas alguna imagen que quede grabada en el corazón? ¿Qué encuentros te han llenado de alegría? Agradece a Dios lo vivido y disponte a iniciar una nueva semana.
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