jueves, 27 de julio de 2017

Evangelio según San Mateo 13,10-17. 
En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán, Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron." 

RESONAR DE LA PALABRA

Ciudadredonda
Queridos amigos y amigas:
Quienes han visto el Monte Sinaí dicen que es un monte abrasado, que “habla” de distintas maneras según la luz del día.
Es el escenario impresionante en el que se sitúa el relato del Éxodo. Es la manifestación de la gloria de Dios en forma de fuego. El texto dice que subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. Mientras Moisés hablaba, Dios le respondía con el trueno. Fuego, humo, trueno. ¡La escenografía es de película en cinemascope!
Esta impresionante manifestación de Dios contrasta con la que aparece en el libro primero de los Reyes, capítulo 19, cuando Elías lo encuentra, no en el viento impetuoso o en el terremoto, sino en la brisa suave.
Ambos registros son parábolas de Dios para acercarnos a su misterio: impresionante unas veces; seductor otras. Dios es, como les gusta decir a los expertos en religión, un misterio “tremendo” y “fascinante” a un tiempo.
Porque es tremendo experimentamos el sobrecogimiento que produce su fuerza.
Porque es fascinante nos sentimos delicadamente atrapados y seducidos, como quien cae en los lazos del amor.
Estas historias bíblicas son parábolas para entender las experiencias de fuerza y de fascinación a través de las cuales se nos sigue manifestando hoy el Señor. Como Jesús nos dice en el evangelio, se nos habla en parábolas porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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