«Quien se acusa a sí mismo, siendo inocente, y perdona a su semejante, es un verdadero hijo de Cristo. Y aquel que no acusa a nadie, ni tampoco se acusa a sí mismo, hijo de Adán es. Pero el que es injusto con los demás y pide intereses, o miente, es un hijo del demonio».
«Si sucediera entre tú y otro que empiecen a discutir y a ofenderse, no lo enardezcas, contradiciéndolo e instándolo a repetir sus palabras. Porque volverá y te dirá: “¡Sostengo mi palabra! ¿Y qué?”, avivando el fuego de la riña. Mejor calla y haz que vuelva la paz, porque ésta es cuatro veces más grande que la justicia.» (San Juan Climaco - Filocalia nr. 9).
Dice un anciano: «Quien se acusa a sí mismo, siendo inocente, y perdona a su semejante, es un verdadero hijo de Cristo. Y aquel que no acusa a nadie, ni tampoco se acusa a sí mismo, hijo de Adán es. Pero el que es injusto con los demás y pide intereses, o miente, es un hijo del demonio». Debes calentar tu corazón, tan frío por el odio, la impaciencia y la ira, aprendiendo a ser paciente con tu hermano, para que puedas seguir siendo un hombre de Dios. Porque un hombre de Dios perdona y ora para que se extinga el fuego de la ira. Aún te quedan muchas tentaciones por arder con el fuego de la Gracia del Espíritu Santo, para seguir siendo un hombre de amor y paz.
fuente: Doxología
No hay comentarios:
Publicar un comentario