Si quieres que Dios te conozca, hazte desconocido para los hombres, en la medida que esto te sea posible.
Considera que has alcanzado la verdadera virtud, sólo cuando empieces a despreciar completamente las cosas del mundo y cuando tu conciencia pura haga que tu corazón esté listo para elevarse permanentemente al Señor. Y si quieres que Dios te conozca, hazte desconocido para los hombres, en la medida que esto te sea posible.
Permanece atento ante los inútiles consuelos del cuerpo y cuídate de ellos, para que no pierdas algo de tu esfuerzo, porque tales consuelos provocan el debilitamiento de tus anteriores afanes, antes de alcanzar la pureza, o de los que aún estás por realizar. Valora como un perjuicio no la carencia de lo que parece grato, sino caer de lo más elevado.
Considérate una hormiga o un gusano con todo tu ser, para hacerte el modelo de hombre que Dios espera. Porque si no haces antes aquello, tampoco podrás hacer lo otro; luego, mientras más te humilles, más te estarás enalteciendo. Cuando logres considerarte nada ante Dios, como dice el salmista, te estarás haciendo grande, por medio de la insignificancia. Y cuando llegues a creer que no tienes nada y que no eres nada, entonces te enriquecerás tanto en obras como en el conocimiento de la gloria en el Señor.
(Traducido de: Teognost, Despre făptuire, în Filocalia IV, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2000, p. 247)
fuente: Doxologia
No hay comentarios:
Publicar un comentario