La humildad mantiene una delicada sensibilidad en el hombre, aún frente a su propio ser y su propio cuerpo.
La humildad mantiene una delicada sensibilidad en el hombre, aún frente a su propio ser y su propio cuerpo, sabiendo que éste es solamente un organismo lleno de misterios, que Dios le otorgó para manifestar los sentimientos más puros y las buenas obras del alma. Y es que la humildad es lo opuesto al atrevimiento grosero, que todo lo ensucia y que no respeta nada, porque no entiende nada de la realidad y porque no encuentra la presencia de Dios en nada.
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