domingo, 23 de julio de 2017

En el regazo de María para nuestra sanación interior

Tantas veces ya lo hemos necesitado…

¡Cuántas veces necesitamos del regazo acogedor de una madre! Incluso cuando ya somos grandes e independientes, parece que ya sabemos todo y no necesitamos de nadie. Con frecuencia recordamos que fuimos niños y que pasamos por la experiencia, por la juventud y dejamos todo de lado, los conceptos rígidos y balbuceamos la palabras que siempre soplará en los mayores momentos de necesidad y alegría: ¡mamá, mamita!

En este momento todo orgullo y auto suficiencia cae a tierra y como nos gustaría a ser niños otra vez, para correr en los brazos de la madre. Extraño mucho a mi madre, aún siendo sacerdote con cuarenta años, responsable de muchas cosas, había momentos que sólo estar con mi madre ya era suficiente. Perdí la cuenta de cuantas veces en situaciones, de dolor, de miedo y aún cuando me lastimaba, ella me ponía en su regazo.



Cuando estaba en el regazo de mi madre el mundo podía desmoronarse, un refugio, seguridad, comodidad, escuela y principalmente mucho amor. Es todo lo que un niño necesita para crecer sano en la mente, en el corazón y en el cuerpo. ¿Qué hacer un día como ese en que extrañamos a nuestra madre? Ya no soy más un niño, no tengo a mi madre cerca, ella ya está en los brazos del Padre Celestial, mi caso puede ser también el tuyo, ¿qué hacer?

La misericordia de Dios me da el regalo del regazo acogedor de María, porque aunque no tengas más a tu madre o incluso si ella se ha olvidado de ti, Dios jamás se olvidará, porque tu nombre está grabado en la palma de su mano. Jesús, en el acto de entrega y amor, dijo al discípulo que él más amaba: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa” (Jn19, 26-27)

Pensando en los miles de niños que hay en todo el mundo que son huérfanos de madres vivas o no, muchas no tendrán sus hijos en el día de la madre, e incluso si tú estás con el corazón herido por muchas situaciones difíciles que necesitan ser solucionadas y lo que más deseas hoy es volver a ser un niño y acostarte en el regazo de su madre. Puedes hacer la experiencia de acostarse en el regazo de María, descansar, calmarte, recibir el amor que sana y libera.

El hombre está muy herido, destrozado, porque vivió mucho tiempo la división lo divino y lo humano en sí mismo. Vivió mucho tiempo privado de algo que le era esencial: lo divino. Esto le dejó una marca muy fuerte y un golpe profundo. Por otra parte, la vida y el mundo hieren mucho, son hombres heridos, atados, presos, llenos de miedos, inseguridades, frenos… independientemente de quien sea, no puede caminar.

Nuestra Señora, nuestra Madre y Maestra, la Virgen María, quiere colaborar con nosotros en este difícil y doloroso proceso de recuperación. En Canción Nueva ella también se presenta a nosotros como la Madre que desata nuestros nudos. María entra en nuestra historia de salvación personal como la aurora fulgurante, escogida por Dios trayendo el Sol Naciente. Y ella actúa con el Hijo para que el milagro de tu vida se convierta en bendición, desatando todos los nudos que impiden que nazca el Hombre Nuevo, desatando los nudos que nos atan, nos dejan llenos de miedos y inseguridades…

María se propone desatar los nudos de tu vida, que el pecado original ha dejado. Nuestra vida es un enredo de nudos, dolores, resentimientos, nudos de rechazo, de soledad, que son articulados por manos ajenas, nudos de nuestra vida personal que contemplamos años y años sin encontrar una solución. ¡María, desatadora de los nudos, viene en nuestro auxilio!

María se propone desatar los nudos de todas las pérdidas que tuvimos en nuestra vida, nudos de las tristezas, de las decepciones y angustias. Ella, la madre desatadora de todos los nudos, llena de la presencia de Dios, que aceptó con humildad la voluntad del Señor, ella intercede por nosotros con Jesús por nuestras dificultades y con paciencia desata las líneas de nuestra vida y como madre bondadosa pone orden y hace más claro los lazos que nos unen al Señor.

Necesitamos vivir, cada día, cada momento, en el seno de María, Nuestra Madre y Nuestra Señora, ¡porque sólo así los nudos de nuestra vida van a ser desatados y vamos a renacer para una nueva vida!

Nuestra Señora desatadora de nudos, nuestra Madre, ¡desata los nudos que nos impiden de unirnos a Dios!

“Mi madre es la Virgen María
Ella es quien ahora va
A acogerme, abrazarme
Perdonarme, comprenderme
Calmarme, enseñarme
Educarme
Formarme, amarme. (2X)
¡Oh, mi alma, vuelve a tu paz”!
Hna Kelly Patricia

¿Cual fue tu experiencia con María?

¡Dios te bendiga!
Padre Luizinho
Comunidad Canción Nueva

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