Porque no quiero vivir un día sin clara consciencia de Tu Amor,
sin reconocer que sólo Contigo puedo dar batallas,
sin reconocer a mi Padre Amoroso, sin proclamar el Señorío de Jesús;
Porque no quiero vivir sin alegría perfecta,
ni alejado de la paz y la esperanza;
porque no quiero anhelos ni sueños perecederos,
porque ansío ser recibido en el seno de Tu Corazón...
Admito y confieso mi natural incapacidad para amar sin esperar algo a cambio,
confieso mi esperanza imperfecta,
mis tibios esfuerzos por torcer mi naturaleza,
mis dudas y quebrantos,
y clamo a una sola voz:
¡Derrama Tu Unción sobre mi, Espíritu Santo!
Como en un nuevo Pentecostés te espero.
Como lluvia que renueva lo árido,
así visítame en la mañana y haz Tu Obra de Amor.
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