“Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (Lc 17, 10)
Algunos me llaman el “Jonas de la Biblia”, y este contacto con la Palabra me hace entender que ningún siervo es insustituible, pero es una tendencia nuestra creer que lo somos. Y porque somos sustituible, tenemos que hacer bien lo que el Señor quiere que hagamos.
Si no realizamos con perfección lo que nos confían, el Señor nos va sustituir. Eso Él dijo también sobre ti. Sea cual sea el área de tu labor, tu eres más lindo que un profesional, eres un siervo. Tu no necesitas ser mejor que los demás, pero sí mejor para los demás.
Hoy, Dios me dijo que yo no hice más que mí obligación.
Las familias necesitan de esposos que sean fieles. Nuestras televisiones, las novelas solo muestran infidelidad, y las parejas se sientan delante de ella para aprender estas lecciones que nunca son voluntad de Dios. El pueblo comienza a envolverse por las tramas, las historias, de las novelas sin preocuparse de la familia. Hoy, es necesario revertir eso. Yo sé que las palabras ayudan, pero es el ejemplo el que arrastra.
Por el sacerdocio que me fue confiado, pido al Señor que los esposos sean fieles. Pido la gracia y la coraje de la fidelidad. También pido para las mujeres el don, la gracia y la coraje de la fidelidad, porque, muchas veces, hoy en día son ellas las que han sido infieles.
El Señor quiere personas fieles, nuestra sociedad esta necesitando de esposas y madres fieles. Que tengan ganas y no tengan miedo de ser mejor para los demás.
También por los políticos, jueces, abogados, pues en todas las áreas, en el campo de la educación, necesitamos ser los mejores para Dios y para la sociedad.
Mi abuelo tenía una oficina, y él no era solo bueno, sino muy bueno en lo que hacia. También mi abuela Benedicta era una excelente ama de casa. Todas las profesiones son necesarias para la sociedad, y tu necesitas ser el mejor. No es con palabras y discursos que vamos transformar nuestro país, sino con personas, con hombres y mujeres fieles.
Repita: “Juro, delante de Dios, ser una persona honesta, muy honesta”.
Tu hermano
Monseñor Jonas Abib
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